Por 191 Se está hablando con intensidad de reparación; que en español sería una suerte de resarcimiento o compensar por algo malo ocurrido a alguien en un momento pretérito. El razonamiento varía ligeramente según quien esgrime el argumento. Se habla de reparación por parte de los paises occidentales a las naciones caribeñas; se habla de reparación a los afroamericanos descendientes de esclavos; en fin, se habla, se habla, se habla.
Empecemos por decir sin la menor ambigüedad que el envío forzado de africanos por parte de europeos al hemisferio occidental para realizar trabajo esclavo no sólo fue y es un insulto a la raza humana; sino que precipitó un sin número de efectos colaterales que aún no logramos cuantificar. Óiganme bien: no solo se trató de ser enviado lejos de casa a trabajar gratis para otro; mucho más que eso; se trató de la supeditación de unos individuos al capricho de otros; de ser tratados como animales y de crear el escenario propicio para la prolongada, continua y tenaz discriminacion de unos en beneficio de otros; a pesar de los siglos transcurridos el flagelo del racismo; de los prejuicios que le acompañan y de la colonización física y psicológica no da señales de extinción. Haber vivido toda la vida tras el color de piel “equivocado” me coloca en una posición privilegiada a la hora de analizar hasta donde pudo, puede y podrá el racismo y sus prejuicios secundarios crear una dinámica injusta en virtud de la cual una parte de la población juega con cartas sin valor en una partida decidida de antemano. Por un lado mis correligionarios republicanos y aquellos con quien comparto persuasiones filosóficas que se empecinan en sostener que el racismo no existe; que si Jamal está desempleado y se droga; si procreó cinco hijos y no vive con ninguno y si lleva años abusando del “welfare” es conceptualmente culpa suya. Nótese que aclaro “conceptualmente” es decir; por default. Por otro lado esa izquierda perniciosa y manipuladora que luego de haber coqueteado con quien sabe que demonios racistas pretende, y de hecho logra, erigirse en los abanderados de la integración racial. Este bando es tan nocivo como el otro, pues si el primero niega lo innegable y simplifica con arrogante ignorancia el drama, el segundo lo exacerba; lo perpetua y lo saca a relucir única y exclusivamente cuando le resulta conveniente; generalmente para atacar a sus oponentes. Ah pero no seamos románticos; digamos la verdad hasta el final, en ambos bandos hay negros y minorías; últimamente muchos menos a derecha; el conservadurismo no logra sacudir el marasmo que le postra; no es capaz aún de vencer definitivamente los atávicos prejuicios que le alejan de los discriminados y continúa a tratar el tema racial con pinzas, cubriéndose la nariz, como si temiera ensuciarse; sin comprender que esta es una lucha frontal como cualquier otra y que debe tomar al toro por los cuernos. Los negros que tenemos el coraje; porque señores: para ser negro y ser de derechas se necesita coraje y una inveterada vocación; es una postura en extremo ingrata de la que rara vez salimos bien parados; decía: los que tenemos el coraje de asumir y demostrar una postura de derechas somos discriminados por partida doble; el colega de partido o de ideología que no deja de mirarnos con recelo y nos acusa de vivir en el pasado y el oponente que nos regala todo tipo de epitetos: Tío Tom, negro doméstico, calesero, traidor, renegado y muchos más hasta llegar al consabido “negro de mierda”. Toda esta perorata anterior sirva al lector para comprender cuán consciente estoy del pasado, el presente y lo que tristemente parece ser el futuro inmediato de aquellos que de alguna manera descendemos de los esclavos africanos. Pero volvamos a la “reparación”; hasta donde se los que la propugnan no aventuran un proyecto de ayuda a los descendientes de esclavos que les asegure empleo; vivienda, educación; en fin: acceso al sueño americano y una posibilidad de llegar al poder y la riqueza; pues es a fin de cuentas la cercanía o lejanía de estos dos elementos (poder y riqueza) lo que indica cuán superiores o inferiores somos y determina el lugar que ocupamos en la sociedad. Hasta ahora se habla de una cifra; una cantidad, una suma; en fin: un “baro” como dirían Albertico y Esperanza y ahí mismo es donde me empiezan a dar espasmos intestinales. A cuánto por persona vamos a tocar?; quien pagará la cifra que se determine? Como probaremos si somos descendientes de esclavos o no?; como garantizar que un negro de hoy no proviene de familias que poseían esclavos? En Cuba, por poner un ejemplo, hubo negros prósperos que tuvieron esclavos; bueno estos a quien le pagan ? Será el gobierno; ese mal necesario pero tan peligroso, quien desembolse las sumas ? Ah; esperen, el gobierno no tiene dinero; habrá que hacer lo de siempre; exprimir al contribuyente; según esta lógica mi amigo Albertico se verá obligado a pagar más impuestos para que a mi me “reparen”; ah pero seguro que mi entrañable amigo no se quedará estafado; ahí sacara a la abuela del closet pa’ embarajar el tax y quien sabe si hasta termina cobrando el también. Pagaran los italianos al resto de Europa por la esclavitud a que sometieron los romanos a otros pueblos entonces ? Cuando a Jamal le llegue el cheque con cinco o seis cifras que creen ustedes que hará? depositarlo en Chase para el college de uno de los cinco hijos de que jamas se ocupa?; para pagarse estudios de IT y así lograr un empleo decoroso?. Nada de eso; el hombrin irá derecho a donde el bookie; luego se duchara y perfumara para disfrutar del go-go más cercano y con lo que le sobre se dará una épica empastillada de la que solo Dios lo podrá librar; a los cinco días lo verán protestando porque el dinero se le agotó y aún no está reparado. Por no mencionar los pillos de siempre; Sharpton y Jackson, que encontrarán la manera de abrir un taller de “reparación” y en ese caso Jamal no verá ni un penny. Señores; un caos; una distracción y eso es precisamente lo que algunos buscan con todo este galimatías; aunque no niego que existan personas honestas que de veras crean que la enésima coima de los mercantes de la queja sea una solución. Los efectos de la esclavitud aún se ven; nuestra generosa e inigualable nación ha dado pasos de gigantes desde entonces y los continúa dando; pero si bien el racismo: ese andamiaje estructural basado en la coerción económica de los que tienen en detrimento del bienestar de los que no tienen según el grupo etnico de cada cual, fue eliminando de un plumazo al serle arrebatado el fundamento jurídico; subsisten los prejuicios raciales; tóxicos derivados de la estructura desmantelada que radican a nivel de la psiquis de los miembros de la sociedad y que no pueden ser erradicados por decreto; digamos que los prejuicios raciales son la neuralgia que queda luego de un molesto dolor de cabeza. Los mercantes que mencionaba antes saben esto perfectamente; son conscientes de que miles de millones de dólares no han llegado a donde de veras eran necesarios y los barrios de siempre siguen como siempre; ellos saben que sería necesario involucrar elementos como Hollywood, las compañías que nos suministran la música; la intelectualidad, el sistema escolar, la iglesia católica, la Cristiana con todas sus vertientes, los partidos políticos; todas las entidades que manejan el deporte profesional; en fin todos, un esfuerzo conjunto con vistas a recuperar la dignidad y autoestima que en muchos casos se ha perdido; ellos lo saben, pero esta tarea monumental; cargada de infinita filantropía y de genuinos deseos de mejorar el mundo en que vivimos y garantizar la preponderancia americana por muchos años más es ingrata; no da dinero, no representa una vía de célere enriquecimiento. Este tipo de empresas pueden ser llevadas a cabo solo por evangelios vivos, por esos singulares seres que se nutren con la satisfacción ajena, que miran a la humanidad por encima de los seres humanos y al hombre por encima de los hombres. En el escenario político actual este género de individuo escasea y por ello algunos se han inventado un atajo más en este laberinto de ilusiones perdidas y traicionadas que llamamos relaciones raciales. Han extraído de debajo de la manga esta cacareada y engañosa reparación para reparar lo irreparable.
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