Excelente documental para los que no sabían o intencionalmente niegan que El Salvador tambien tiene raices afrodescendientes. We understand our fellow Cubans in the island are tired of slogans and empty rhetoric; thus, we humbly ask them to read this communication out:
Given the heterogenous nature of ACF there are different approaches to the president's trip to Cuba; however, the notion that his speech to the Cuban people was a brilliant piece of oratory is unanimous. President Obama outlined what America holds dear versus what the Cuban regime needs to survive, but does not necessarily imply the satisfaction of the ever increasing needs millions of people in the island and abroad. No sooner had the echo of the first African American Commander in Chief words ceased to reverberate in our ears than we read rambling fallacies coming from some dark corner in Havana where among other inaccuracies and flat out falsities the regime claims credit for the elimination of racism. Racial discrimination; dismissiveness regarding everything black, and the underestimation of the undeniable Afro Cuban contribution to the culture, the economy and the history of our native country is tenaciously entrenched in our social psychology, but there were always entities and associations through which we could seconvey our grievances. In 1959, the newly arrived elite unilaterally severed all links and closed all channels of communication with the excuse that racism had been, miraculously, eradicated and that all Cubans were equal at last. Nothing farther from the truth; the socio economic "experiment" inherited the structural and psychological characteristics of racism; whilst it officially claimed we were all equal it secretly and sometimes overtly made us pay for our lack of enthusiasm towards the Castro regime. It must be stated that the majority of the Afro descendants in the island were not politically active and those who showed any ideological inclination were divided in two main groups: the ones that followed Batista , more because of his role in the revolution of the sergeants than due to his "second coming" as a corrupt, thug harboring politician, and those who gathered around the Cuban Communist Party (PSP) that internationally was in absolute sync with Moscow, but domestically wore an aura of sponsor of arts and culture in general. The apocalyptic and blood oozing vision of Castro and his followers was never much of an appeal to Black Cubans. As it was the case with all social causes in Cuba, the emerging new order embraced all just causes but addressed none; racism was eradicated by decree but no serious attempt was made to continue and strengthen the struggle and the philosophical stance of those who had championed the quest for racial integration when Castro came to power, on the contrary, some were summarily "persuaded" to leave the country and others were ostracized to the very verges of lunacy. Racism is so virulent in Cuba that the official narrative labels black dissidents and ideological opponents as ungrateful taking for granted that a darker skin makes people automatically loyal to their totalitarian brand of revolution. One of the sordid practices of the Cuban government has been the use of blacks against blacks: black cops, mostly bussed from the east of the island and put to live in shanty shelters in Havana, are assigned the task of assiduously repressing and incarcerating black youths. The perfect example of this nefarious technique is the article written by a black journalist in which the jewel of the crown is the cheap sarcasm of asking our president: "Nigger, d'you think you're Swede?". To put it bluntly: black Cubans are human beings only if they follow the rules otherwise they must be reminded of their inherent second class linage. But facts are facts and an African American US seating president told all Cubans the undeniable truth: the future is in our hands. The regime is the past that should have never been present and the present exists only if it manages to break away from the past. Those facts stand colossally in front of us and defy the absurdity of the tantrums of senile dictators sitting in thrones of straw weeping for their lost glory, the glory that never was, that one stolen from our hopes and our dignity as a nation.The glory that could be set upon us, at long last, if we manage not to miss our appointment with history once again, if the shameful gap between the handful of Cubans who have and the millions who have not, predominantly of African descent, is bridged and we swiftly take the helm and hold it steadily as we steer our ship to the promised land of genuine racial integration. Sabemos que nuestros compatriotas en la isla están hartos de consignas y retórica estéril; es por ello que humildemente les rogamos leer esta comunicación en su totalidad:
Dada la naturaleza heterogénea de Afro Cuban Forum tenemos no pocos enfoques a la visita del presidente Obama a la isla; no obstante, la certeza de que su discurso al pueblo cubano constituye una brillante pieza oratoria es unánime. El presidente delineó lo que América ama en contraste con lo que el régimen cubano necesita para sobrevivir y que no necesariamente implica la plena satisfacción de las crecientes necesidades de millones de seres humanos en la isla y fuera de ella. No había aún cesado el eco de las palabras del primer comandante en jefe Afro americano en nuestros oídos cuando se empezaron a leer titubeantes falacias provenientes de alguna oscura guarida en La Habana en las que entre otras imprecisiones y burdas falsedades el régimen pretende hacerse con el mérito de la erradicación del racismo. La discriminacion racial, la displicencia hacia todo lo negro así como la subestimación de la innegable contribución afro cubana a la cultura, la economía y la historia de nuestro país de origen yacen sólidamente sedimentadas en nuestra sicologia social, pero siempre existieron organizaciones y asociaciones encargadas de transmitir nuestras quejas. En 1959, la élite recién llegada cercenó brutalmente todo vínculo y cerró todo canal de comunicación con la burda excusa de que el racismo, como por arte de magia, había sido eliminado y que todos los cubanos eran al fin iguales. Nada más lejano de la realidad, el "experimento" socio económico heredó las características estructurales y sicologicas del racismo, de tal suerte, mientras oficialmente proclamaba la presunta igualdad en modo secreto y en ocasiones abiertamente nos hacía pagar por nuestra falta entusiasmo inicial hacia el proyecto de Castro. Resulta necesario precisar que la mayoría de los afro descendientes en la isla no era políticamente activa y aquellos que mostraban algún tipo de inclinación ideologica se dividían en dos grupos fundamentales: los simpatizantes de Batista, más por su papel en la revolución de los sargentos que por su segunda incursión como político corrupto y protector de sicarios, y los que se aglutinaban en torno al Partido Comunista (PSP) que si bien en el plano internacional era totalmente moscovita, en el escenario interno se proponía como mecenas. La visión apocalíptica y sangrienta de Castro y sus seguidores nunca resultó cautivante para los amplios sectores de los negros cubanos. Como ocurrió con todas las causas sociales en Cuba el nuevo orden que surgía las abrazo todas pero sin enfrentar ninguna en específico; el racismo fue erradicado por decreto pero no se realizó ningún intento serio por continuar y fortalecer la lucha y la postura filosófica de quienes habían protagonizado la búsqueda por la integración racial en la isla a su llegada al poder. Por el contrario, algunos fueron sumariamente persuadidos de abandonar el país mientras otros fueron objeto de un ostracismo que los condujo a los mismísimos límites de la demencia. Es tan virulento él racismo en Cuba que la narrativa oficial cataloga de ingratos a los negros disidentes y opositores dando por descontado que la piel más oscura implica automáticamente irrestricta fidelidad al modelo de revolución totalitaria que impera. Una de las sórdidas practicas del gobierno cubano ha sido el uso del negro contra el negro; policías afrodescendientes, en su mayoría traidos del oriente de la isla y obligados a vivir en albergues miserables en la capital, reciben la orden de reprimir y encarcelar continuamente a jóvenes negros. El perfecto ejemplo de tan nefasta técnica es la aparición del artículo escrito por un periodista negro donde la joya de la corona es el pueril sarcasmo de preguntar a nuestro presidente: "negro, tú eres sueco?". Para ser más claros: los negros cubanos son seres humanos solo si siguen las reglas, de lo contrario se impone recordarles su inherente linaje de segundo orden. Pero los hechos son innegables y un presidente afroamericano en funciones expuso a todos los cubanos una realidad irrefutable: el futuro está en nuestras manos. El régimen es ese pasado que jamás debió haber sido presente y el presente existe solo en la medida que logremos romper con el pasado. Tales hechos se yerguen como colosos ante nuestros ojos y desafían la estulticia de rabietas de dictadores seniles acomodados en tronos de heno mientras lloran por sus glorias pasadas, la gloria que nunca existió, la que nos fue sustraída de nuestras esperanzas y nuestra dignidad como nación. La gloria que se pudiera derramar sobre nosotros al fin si nos la agenciamos para no llegar nuevamente tarde a la cita con la historia, si el vergonzoso abismo entre el ínfimo puñado de cubanos que tienen y los millones de desposeídos, en su mayoría de descendencia africana, es salvado y tomamos con firmeza el timón para conducir nuestra nave a la tierra prometida de la genuina integración racial. |