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​Los que escribimos en este blog tenemos algo que decir que muchos medios no quieren o no pueden publicar.

Y llegará la libertad

3/22/2020

1 Comment

 

Por Rafel Campoamor

Certificado de Estudios Afrolatinoamericanos
Harvard, marzo 2020 

​Afrodescendiente. Afrolatino. Afroamericano. Lo de Afro, tiene su razón de ser en África. Tenemos aquellos que viven en el gran país entre Canadá y México (unos 38 millones), y que son reconocidos como afroamericanos, pero también hay denominaciones como N-word, nigger, boy etc. Tenemos una pequeña parte de la familia que vive en las islas del mar Caribe, en las tres Guayanas (Guyana, Guyane y Surinam) y en Belice. Y tenemos la mayor parte de la “familia”, los afrodescendientes que vivimos en unas de las naciones entre el Rio Bravo y la Patagonia (unos 150 millones)1 que utilizamos a veces, el afro”paísdenacimiento” como etiqueta identitaria, “afrolatino” como termino genérico y también nos dicen negro, preto, niche, mulato, jabao etc. Es a esta parte de la familia que dedico este artículo.
El termino afrolatino, hace aparecer un costado que asociamos con África, España y Portugal. Con África, tenemos en común muchas raíces, aunque no hablamos las mismas lenguas2. La historia quiso que los que fueron obligados a irse, hablan lenguas diferentes a los que lograron quedarse2. En las Américas, los afrodescendientes fueron sometidos a la lengua del colonizador. En esas lenguas, hemos descubierto un mundo que nos reservó un espacio bien definido. El color de nuestra piel nos hacía despreciables y nuestra procedencia africana nos hacía atrasados, incultos, salvajes, no humanos. Por cinco siglos hemos cargados con esa herencia que implica una dicotomía antagónica de amor-indiferencia y no identidad. África ignora a los afros de las Américas, posiblemente por su latinidad española. España y Portugal se desentienden de esos “afrolatinos” que tienen tan visible, esa parte de africanos. Y a nosotros en el medio, solo nos queda el repliegue a la identidad nacional. No existimos como afrolatinos3.  La “nación” nos tolera como afro”nacionales”4 y nos prefiere como nacionales de segunda categoría. En mi periplo por América Latino y África, pude constatar personalmente ese “status quo” que nos imponen desde las independencias y las aboliciones, poco importa el orden.
 Los 130 millones de afrolatinos, necesitamos de un activismo continental, necesitamos ahora más que nunca, de un movimiento5 fuerte, un movimiento panamericano que pueda federar nuestras luchas, nuestras identidades y nuestras aspiraciones. África, Europa y el liderazgo blanco del continente pudieran son nuestros invitados de honor en ese gran proyecto. Pero la locomotora será AfroAmérica. Este artículo es un grano de arena a esa extensa conversación.
 
1 – La Guinea Ecuatorial tiene una población de 1.3 millones de habitantes, pero no podemos considerarlos afrolatinos. Igualmente, los 300 mil habitantes del Sahara Occidental, que fue una provincia española tampoco son considerados afrolatinos.
2 - Las lenguas traídas por los africanos de África, prevalecieron solo en algunos rituales religiosos
3 – Los blacktinos o afrolatinos en EEUU es solo una referencia anecdótica.
4 – afrocubano, afrocolombiano, afromexicano, etc
5 - Llámese congreso, organización, partido o el termino justo que englobe un “poder” continental.

 
La Identidad Correcta.


Mi pasaporte es cubano. Por el color de mi piel soy negro. En el mundo del activismo antiracista soy afrodescendiente. Me identifico con las religiones afrocubanas. En Estados Unidos no me consideran black ni americanoh (como a la Ifemelu de Chimamanda), ni afroamericano como a Spike Lee o Forest Whitaker, sino hispano o latino. Pero como Shakira o JLo también son latinas, pero en sus países de nacimiento (Colombia y Puerto Rico) son blancas, entonces yo soy afrolatino. Todo eso son componentes de mi/nuestra identidad. Pero todavía seguimos buscando la identidad correcta.
Afrodescendiente, Afrolatino, Afroamericano. son términos de reciente creación.
La intención que mueve esa práctica de lo que llamamos “políticamente correcto” es loable. Es el intento de evidenciar situaciones de exclusión, de flagrante injusticia, y su visibilización oral es ya un primer paso para su erradicación.
 ¿Cambian efectivamente las cosas por un cambio en su designación?
Para los activistas antiracistas como yo, sin lugar a duda sí. Es un primer paso para evidenciar ciertos problemas, aunque ha sido poco el tiempo, desde que se inició el cambio de la narrativa. (Conferencia de Durban, Sudafrica 2001)
 Abordar las diferencias conceptuales de estas denominaciones, tiene su pertinencia para avanzar en la comprensión de este peliagudo tema, empezando por la deteriorada identidad que sufrimos los descendientes de africanos en el continente. En efecto, Afrodescendiente hace referencia a las personas nacidas fuera de África que tienen antepasados de dicho continente. La mayoría de los afrodescendientes son descendientes de personas secuestradas y trasladadas desde el África negra con destino a América, Asia y Europa principalmente para trabajar como mano de obra esclavizada.
También son afrodescendientes los descendientes de africanos en cualquiera de sus líneas, nacidos fuera del continente africano debido a las migraciones internacionales actuales y pasadas.
Ciertos estudiosos, partiendo del principio que África es la cuna de la humanidad, piensan que el significado de la palabra “afrodescendiente” fue adoptado y acomodado por un sector ultraconservador de las Naciones Unidas (ONU), para identificar únicamente como tales, a aquellos descendientes de los africanos que fueron esclavizados en América hace 500 años, para de esta forma esconder o soslayar el origen africano subsahariano de los europeos, norteamericanos blancos, asiáticos, mestizos, e indios de América.
El término “afrolatino”, describe a personas latinoamericanas que tienen raíces africanas. Dicho en el otro sentido, son afrodescendientes de las Américas que hablan lenguas latinas. Este término es mucho más visible en Brasil y los Estados Unidos y mucho menos utilizado por las personas de color en el resto del continente.
África es un continente. España es un país. Tenemos una relación filial con un continente que en definitiva es nuestra verdadera Madre Patria Biológica y tenemos una relación lingüística con un país al cual debemos considerar la Madre Patria (yo diría adoptiva) por voluntad del hombre colonizador y de sus herederos. Esa “Madre Patria” es la propietaria absoluta de las palabras que utilizamos en el cotidiano y su Real Academia de la Lengua decide lo que es correcto y lo que no lo es. Todos hemos notado la aparición e instalación de “nuevas” palabras en el subconsciente colectivo y eso no es solo importante para nuestra autoestima. Es sobre todo un reconocimiento público a nuestro grupo social, con nuestra agenda específica. Posiblemente esa sea una de las explicaciones por lo que la élite criolla nos prefiere como nacionales y no como afronacionales. El miedo al negro es aún latente y temen que esos detalles se traduzcan en organización y movilización de nuestra comunidad y en cambios sustanciales que pongan en peligro la dominación que aún ejercen sobre nosotros.
Mi compatriota Patterson lo explica muy bien en uno de sus últimos escritos. En ese magnífico trabajo, aflora un excelente análisis sobre todos esos momentos de nuestra historia en que la raza y la identidad han sido de importancia capital para nuestro futuro. Empezando por nuestro Apóstol José Martí con aquella frase que La Revolución todavía utiliza para enviar a más tarde la conversación sobre el racismo: “cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro”.
Esa frase “elimina lo más sustancioso, a saber: el universo específico que crea la confluencia de dos culturas que, en interacción, generan algo nuevo, y –lo que es más importante– elimina la agenda de los negros como grupo social específico”.  Enrique Patterson “Cuba: discursos sobre la identidad”
“En Cuba no hay temor alguno a la guerra de razas. Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro. (...)
En la vida diaria de defensa, de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada blanco, hubo siempre un negro. (...) Los derechos públicos, concedidos ya de pura astucia por el gobierno español e iniciados en las costumbres antes de la independencia de la isla, no podrán ya ser negados...”
José Martí, “Mi Raza” (Patria 16 de abril de 1893)
El engaño de la igualdad o la comedia de la abolición
Esta sección también pudiera llamarse “El engaño de la abolición o la comedia de la igualdad”.
Un proverbio africano, ilustra de forma ejemplar, la profunda incomprensión que tenemos los afrodescendientes cuando nos hablan de abolición de la esclavitud y de esa igualdad que supuestamente disfrutamos.
"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador." 
Para los que nacimos en Cuba con la llegada al poder de un grupo de jóvenes con ideas marxistas al final de los años cincuenta, la historia que estudiamos en la enseñanza medía tenía sus fundamentos en el materialismo histórico y los sistemas socio económicos basados en los modos de producción y las relaciones sociales. Según Marx en la historia humana se conocían 5 formaciones social históricas que fueron la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y finalmente el socialismo. 



Desde el punto de vista de un africano traído a América a trabajar para una familia europea que compró nuestras vidas como una simple mercancía o una bestia de carga, toda esa visión marxista eurocéntrica fue solo una evolución del segundo sistema. Primero nos compraron o nos cazaron en África y nos trajeron a estas tierras que ellos ya se la habían apropiado a cambio de nada. Unos siglos después (2 o 3 según el país) sucedieron ciertos acontecimientos, empezaron ciertas transformaciones de nuestro estatus.  A esos acontecimientos le llamaremos, o mejor dicho, ellos le llamaron, independencia, abolición, emancipación. Le siguieron periodos de reconstrucción y segregación y hoy estamos en el periodo democrático. De la misma forma que Microsoft nos tiene acostumbrados a pasar de un sistema o modelo a otro, solo cambiando de versión, así mismo ha pasado con la esclavitud. Hemos tenido ese innoble sistema por los últimos 500 años y solo hemos cambiado de versión, de narrativa y terminología. En 2020 tenemos la esclavitud 5G o 5.0. Emanuel Kant con “Crítica de la razón pura” y Achille Mbembe con “Crítica de la razón negra” son los autores intelectuales de esa conclusión. En el mundo de hoy, no solo los afrodescendientes son negros. En el mundo en que vivimos, todos somos negros.al servicio del sistema. En nuestra modernidad, la razón pura ya no tiene nada de pureza. La idea “civilizadora” de la abolición era establecer la diferencia neta entre lo humano y las cosas. El esclavo era una cosa. Ahora no somos esclavos, somos asalariados o desempleados o presidiarios. Es decir, una cosa al servicio del mercado. ¿De qué libertad estamos hablando?
Varias razones me motivaron a inscribirme en el “Certificado de Estudios afrolatinoamericanos” organizado por la Universidad de Harvard en Massachussets. Mi curiosidad intelectual necesitaba enriquecerse con el punto de vista de una academia con mucha reputación pero que ha mostrado bastante distancia e indiferencia hacia la historia y las problemáticas de nuestra comunidad.  Mi esperanza es poder, con los conocimientos adquiridos en este curso, llevar mi activismo con una mejor compresión sobre temas como:
las desigualdades que hemos sufrido por ser lo que somos o lo que otros han decidido que seamos, la política que ha permitido y permite todo eso, la cultura que hemos traído de la Madre Patria África y que aún conservamos y los espacios transnacionales que se han creado con las nuevas fronteras que tenemos en el continente.
 
Nuestro Activismo
En los últimos años, muchas instituciones académicas en el mundo le están dedicando tiempo y recursos al estudio de “nuestra” minoría. Me refiero a los 150 millones de afrodescendientes que viven en Latinoamérica y el Caribe. ¿Podemos considerar esos estudios como parte de nuestro activismo?
La importancia numérica de la diáspora africana en esta parte del continente es tal, que la Unión Africana nos otorgó entidad como la sexta región.
Muchos estados en el continente han creado leyes y celebraciones para amplificar la inclusión o disminuir la exclusión de nuestra minoría.
El Parlamento Indígena y Afrodescendiente de América (PIAA) fue fundado en 1987 en Panamá e instaurado en 1988 en Managua. Ese parlamento, que es considerado un ente supranacional, supuestamente da muestra de la cada vez mayor participación de los pueblos indígenas y afrodescendientes para dejar la invisibilidad en la que nos han sumido los diversos gobiernos de América.
Varios eventos de dimensión continental han sido organizados en los últimos años como el Coloquio Internacional Afrodescendiente en sus tres ediciones (Brasil, 2012; México, 2015, y Colombia, 2017),
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha reconocido a ciertas organizaciones individualmente en su registro de organizaciones de la sociedad civil.
El Grupo Banco Mundial llevó a cabo un minucioso estudio en 2018 sobre los afrodescendientes en Latinoamérica y ha publicado el reporte “Afrodescendientes en Latinoamérica: Hacia un marco de inclusión”. Tenemos organizaciones que ponen de manifiesto los beneficios significativos de trabajar en redes nacionales e internacionales. Las redes internacionales más mencionadas son la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, la Organización Negra Centroamericana (ONECA), Afroamérica XXI y la Red de Oficinas Regionales para el Análisis de Políticas de Equidad Racial (ORAPER).
Desde España la Secretaría General Iberoamericana (SEBIG), ha estado trabajando en la revalorización de las aportaciones de los afrodescendientes a la identidad iberoamericana y ha publicado un informe sobre las organizaciones afrodescendientes en el continente.
Mediante un mapeo por país se comprobó la existencia de 201 organizaciones:
13 de la Argentina, 6 del Estado Plurinacional de Bolivia, 14 del Brasil, 5 de Chile, 56 de Colombia, 19 de Costa Rica, 6 de Cuba, 28 del Ecuador, 1 de El Salvador, 2 de Guatemala, 7 de Honduras, 15 de México, 2 de Nicaragua, 8 de Panamá, 1 del Paraguay, 7 del Perú, 5 de la República Dominicana, 5 del Uruguay y 1 de la República Bolivariana de Venezuela (SEGIB, 2016).
Esa organización española, cuenta con una base de datos de 869 organizaciones, las cuales, por una serie de diversas razones, no contestaron las preguntas realizadas y, por lo tanto, no pudieron ser incluidas en el relevamiento. Por ejemplo, en Cuba se cuentan solo 6 organizaciones y en un reciente mapeo ya se contaban más de 40.
Una vez el mapeo realizado aparecen las preguntas sobre la interacción de estas organizaciones a nivel nacional y continental ¿Qué hubiera sido del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, si los líderes de ese movimiento se hubieran limitado a empujar iniciativas pero que se limitarían a las fronteras de los estados nacionales de la Unión Americana? ¿Porque tenemos una nación Garifuna, una nación Kurda pero no una nación Afroamericana por todo el continente? ¿Porque el Parlamento Indígena y Afrodescendiente realiza tantas actividades para los indígenas y tan pocas para los afros?
Como señala nuestro colega, el intelectual afroecuatoriano Jhon Anton en su reciente libro “Pueblos Afrodescendientes en América Latina: Realidades y Desafíos”, las debilidades de las organizaciones y de su lucha, según las propias organizaciones informantes, son varias, aunque dos son las temáticas con mayor cantidad de menciones.
1.  la dependencia económica de las organizaciones, ya que se mantienen exclusivamente gracias al aporte de sus miembros, motivo por el cual muchas no logran sobrevivir. A este respecto, ciertas organizaciones mencionaron que el 70% de las organizaciones finalmente sucumben. En este sentido, las sociedades demandan a sus respectivos Estados que aporten recursos de algún tipo para garantizar la supervivencia de las organizaciones, ya que estas realizan acciones y ofrecen servicios dirigidos a suplir las falencias del propio Estado.
2. La falta de coordinación entre las organizaciones cuando se trata de tomar decisiones colectivas, y la falta de mecanismos de control y de seguimiento de los procesos iniciados, por lo que se requiere lograr una mayor articulación entre las organizaciones y formular un programa común, aunque sea mínimo, de objetivos y demandas.
A esas dos debilidades yo adiciono una que me parece capital.
3. La falta de integración continental de las organizaciones, que permitan un accionar con la entera participación  de su amplia base natural de 130 millones de afrodescendientes. Es sobre esta tercera debilidad que se sitúa y se encamina mi activismo
Mi Activismo
Mi nombre es Rafelrey. Mi padre y mi abuelo se llaman Rafael. Mi padre quería que yo fuese Rey. Por eso lo puso en mi nombre: Rafelrey.
Mis apellidos son Campoamor Sanchez. Esos apellidos no existen en África.
Campoamor posiblemente venga de Asturias y Sanchez puede venir de cualquier lugar de la geografía ibérica. Mis padres son una mezcla de gente que llegaron a aquella isla desde afuera.
Unos llegaron voluntariamente de un país. Otros fueron traídos a la fuerza, de un continente. Los ancestros de los que llegaron del país, ya los he visitado en Asturias,
 Los que llegaron de aquel continente, todavía los estoy buscando. Esa búsqueda es quizás el inicio y una componente importante de mi activismo “a moi”, el activismo con el que me siento realmente comprometido.
Nací en un país en revolución. Un país donde a los ciudadanos les correspondía defender, disfrutar y obedecer... “a La Revolución”. La Revolución exigía una lealtad absoluta desde la cuna hasta la tumba. El antirracismo, declinado en sus versiones antisionismo/antiapartheid (en paralelo con el antimperialismo) eran unos de los principales baluartes y apoyar la revolución entonces, era apoyar, entre otras cosas, esas causas que tenían como principal escenario, destinos fuera de Cuba (EEUU, Israel, Sudáfrica). Ingenuamente crecimos pensando que éramos “de facto” activistas antirracistas.
El antirracismo revolucionario se traducía principalmente en tres direcciones de la política exterior de la Cuba de los 60-80:
- apoyo a los afroamericanos en su lucha por los derechos civiles,
- apoyo a los africanos en su lucha contra el colonialismo,
- apoyo a Mandela y el ANC en su lucha contra el apartheid y a la OLP contra Israel.
Con hechos concretos y muy mediáticos, esa política se traducía con gestos altamente simbólicos como la visita de Fidel a Harlem y su encuentro con Malcom X en el Hotel Teresa.
Unos años más tarde vinieron las campañas en apoyo a Angela Davis, los Black Panters. el asilo otorgado a Assata Shakur (Joanne Chessimard para las autoridades norteamericanas) y la ayuda a La Nación del Islam, dirigida entonces por Elijah Muhammad y actualmente por Luis Farrakahn.
Fue también la época de la victoria del MPLA en Angola y de la operación Carlota con un ejército de 50 mil hombres. Esa brigada militar (en Cuba la llaman brigada internacionalista) estaba comandada por un grupo de oficiales, en su gran mayoría blancos que daban directivas y ordenes a los soldados, en su mayoría afrodescendientes.
En cuanto a la política interior, el racismo entre cubanos también era una de las cosas que estaba supuesto cambiar. En las propias palabras del líder, Revolución es cambiar, todo lo que debe ser cambiado. Pero la Revolución tenía otras prioridades que debían subordinarse a una idea mayor: “dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada”.
La primera prioridad era entonces, la unión de la nación y hablar de raza era un acto de desunión y de contrarrevolución. La revolución era profundamente martiana y con frecuencia nos recordaban el pensamiento martiano sobre la raza. Fernando Ortiz y su obra “El engaño de las razas” no hacía parte de mis lecturas del proletariado revolucionario.
Así transcurrieron mis primeros 20 años de vida, en un país con una fuerte cultura del adoctrinamiento político, donde todos los estratos de la población, incluyendo niños y adolescentes eran “bienvenidos” en el compromiso colectivo decidido por la dirección de La Revolución.
Después de mis estudios en la Universidad Lomonosov de Moscú, logré escapar a París. Llegaba a la ciudad luz con la gran esperanza de vivir el legendario lema “Liberté, Egalité, Fraternité” de esa otra Revolución (1789). Pero descubrí otra realidad. La histórica victoria del presidente socialista Francois Mitterand en 1981 dio paso a un periodo de incertidumbre política y la extrema derecha del Front Nacional liderada por Jean Marie Le Pen, culpaba a los extranjeros de todos los males del país.
 Al mismo tiempo, Michel Rocard, Primer Ministro de aquel gobierno “socialista” explicaba a la prensa que “la France ne peut pas accueillir toute la misere du monde”.(Francia no puede acoger toda la miseria del mundo).
Fueron en esas circunstancias que se reactivó mi militantismo antiracista, tomando parte en las actividades de la organización “SOS Racismo”, del líder afroantillano Harlem Desir.
¿Fue ese paso a la acción, una reacción de autoprotección ante las agresiones de los racistas que me gritaban “Dehors(Pa’fuera)!!!” ?
No lo sé.
Pero lo que si ocurrió es que, aquellos enfrentamientos cuerpo-a-cuerpo con la extrema derecha, en el mismo corazón de la Europa abanderada de los derechos humanos, provocaron en mi un despertar sobre mi historia, mi identidad, la verdadera lucha antiracista y mi vocación a empezar a despertar a los que estaban a mi alrededor, sobre esa temática.
Es entonces que se amplificaron mis investigaciones sobre la cultura africana y afroamericana (entiéndase Afroamérica como todo el territorio de asentamiento de la diáspora africana desde el norte hasta sur del continente). Desde Paris comencé a descubrir historias que nunca imaginé posible, como la del alcalde negro de Paris Severiano Heredia, nacido en Cuba en 1836 o la “Venus Hottentote”. cuyo nombre real era Sara Baartman, mujer sudafricana de la etnia khoikhoi, exhibida durante años como atracción secundaria circense en Londres y en Paris. Sara murió a los 25 años, sola enferma y alcolizada y sus restos fueron conservados en el Museo del Hombre en Paris, hasta que Nelson Mandela los reclamó en 1994.
Muchas fueron las visitas a bibliotecas, museos y exposiciones que presentaban valiosa información sobre nuestra historia y aún recuerdo la visita a los huesos de Ishango que se conservan en el Museo de Historia Natural de Bruselas. Había pasado toda mi vida dando crédito a las versiones eurocéntricas de los orígenes de las matemáticas y la astronomía y ahora resulta que en realidad los Ishango del Congo fueron los primeros grandes genios de la humanidad. A esa época también aparecieron en mi universo intelectual, libros de Cheikh Anta Diop, Aimé Cesaire. Frantz Fanon, Leopold Senghor, Web DuBois, James Baldwin y otros pensadores ilustres de nuestra cultura.
Estuve trabajando por dos décadas en la industria del servicio informático en Francia y otros países de Europa. Siempre me gusto viajar y explorar otras latitudes. Como jefe de proyecto para operaciones off-shore pude apreciar el racismo cotidiano de las naciones “civilizadas” Y todo eso hizo más fuerte la idea del reencuentro con mis antepasados en África y el abrazo con los hermanos de la Abya Yala (utilizando el nombre que tenía América en el lenguaje de los nativos Guna).
A finales del 2009 se presentó la gran oportunidad.   Desde diciembre 2009 a marzo 2012 pude concretizar ese sueño de visitar las comunidades negras del continente y pisar la tierra bendita mama África.
Mi experiencia profesional en el mundo de las nuevas tecnologías, me hacían pensar que la ayuda más pertinente sería ayudar a enfrentar la brecha digital. La brecha digital afecta principalmente a las poblaciones más pobres que no pueden costear el material tecnológica y el acceso al ciberespacio, no tienen la instrucción para utilizar los equipos y los pocos que la tienen, utilizan solo un 15% de las posibilidades de esas nuevas tecnologías.
En las navidades del 2009 comenzó esa exploración del continente que era el hogar de tantos millones de mis hermanos de historia. Fue un viaje de Norte a Sur con una mochila y una computadora portátil. Fue un viaje muy instructivo y enriquecedor, que tuvo como inspiración mi necesidad de conocer nuestra América cimarrona. Yo titulé ese viaje, “La Gira de los Palenques” (Palenque Tour) y mi objetivo era descubrir los asentamientos históricos de aquellos que como mis antepasados llegaron esclavizados a este continente. Mi proyecto era un intercambio; yo quería ayudar a los más pobres. Y es ahí que llego a mi primera gran constatación. La pobreza en nuestra América tiene color. Los más pobres eran casi siempre los de la piel más oscura. El deal era:
Yo, les ofrecía cursos de iniciación a la utilización de un computador, la navegación en internet y el uso de las redes sociales para el empoderamiento;
Ellos, me conseguían un lugar en la comunidad donde yo podía instalar mi tienda de campaña.
 Así funcionó mi Palenque Tour con momentos fuertes en el Palenque de San Basilio. Tambien hubo momentos inolvidables en Quibdo y el Choco colombiano y en el pueblo de Tocaña en las montañas del Nor Yungas en Bolivia.
En todos los países del continente pude platicar y compartir con afrodescendientes locales. Solo en El Salvador y en Argentina eso fue posible. Esa experiencia desde Ciudad Juares en México hasta Ushuaia en Argentina me hizo comprender cuanto tenemos en común y que separados estamos como minoría continental. Pocos afrocolombianos saben de la historia de los afromexicanos y pocos afroperuanos tienen contactos con los garífunas o los afrouruguayos.
La experiencia africana comenzó por la ciudad del Cabo en Sudáfrica hasta Lubumbashi en el Congo, pasando por Zimbabue, Mozambique, Zambia, Malawi, Tanzania y Kenya.
África del Oeste hacia parte de mi itinerario, pero problemas de visa me impidieron continuar la experiencia en esa región.
 Mi experiencia en el activismo continuó compartiendo intensos momentos con activistas de organizaciones en Cuba como el CIR (Comité Ciudadano por la Integración Racial)
y en EEUU con la Plataforma de Integración Cubana y el ACF (AfrocubanForum) del cual soy uno de sus vicepresidentes.
Es en ese contexto que surgió la idea de crear una organización que pueda ayudar a impulsar la unión e integración de todas las organizaciones del continente.
La Organización Panamericana de Afrodescendientes tiene como vocación, ayudar a construir un mapeo permanente de todas las organizaciones afines a nuestra causa. Para eso contamos con el portal digital afropanamericana.org donde todas las organizaciones pueden registrarse y enviar información a nuestro email de contacto. El portal está en construcción y la organización también. Pero pensamos que 2020 será un año que traerá muchos frutos en la construcción de esa nación que ya tiene cinco siglos: Afroamérica.
Agradecemos a la academia Harvard por este certificado que ha logrado hacernos tomar conciencia que juntos podremos hacer mucho más.

 
Obras Consultadas
El engaño de las razas, Fernando Ortiz, 1946, Piel Negra, Mascaras Blancas, Frantz Fanon, 1952 Pichón: raza y revolución en Cuba, Carlos Moore, editorial Nandyala, 2008
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, Declaración, Durban 2001 Critique de la raison nègre, Achile Mbembe Paris, 2013 Origen Africano de la Humanidad y los Garinagu Precolombinos.Green. G, Celestino. ISBN:978-99926-54-09-5. La Ceiba 4 de noviembre de 2013
Informe de las Organizaciones Afrodescendientes en América Latina, Silvia Garcia Savino, SEBIG 2017 Afrodescendientes en Latinoamérica: Hacia un marco de inclusión, Banco Mundial 2018 Cuba: Discursos sobre la identidad, Enrique Patterson, Encuentro del Instituto de Estudios Cubanos Pueblos Afrodescendientes en América Latina, Realidades y Desafíos, Jhon Anton, 2019 Estudios Afrolatinoamericanos: una introducción, Alejandro de la Fuente, Georges Reid Andrews, 2019

1 Comment
Todd Williams link
10/9/2022 01:27:23 pm

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